domingo, 21 de septiembre de 2014

Capítulo 5 - El Gran Dragón

Cuando oigo "China Imperial" parece que va retumbar de un momento a otro un grand DONG!! Y la múscia de ese instrumento tracdicinal de cuerda tan peculiar que suele sonar en las películas chinas. Pero más allá de esto, la China Imperial también tiene todo lo que se cuenta en la leyendas.

Cierto que la ciudad prohibida es fascinante, pero cuantos rincones habrá por descubrir de las distintas dinastías esparcidos a lo largo y ancho del país? 

Increible me pareció el Templo del Sol, magnifico, impasible al tiempo de todo lo que sucede a su alrededor, cuartel de los ingleses en sus invasiones, cuartel genera de los japones durante la invasión de la guerra mundial, increibles las imágenes en su museo, del metro y medio de nieve cubriendo su plaza con los generales japones en lo alto y los Mitsibishi Zero sobrevolando el cielo de Pekín, transportandonos directamente a la mágnifica pelícua del Imperio del Sol Naciente, y haciednonos ver que pasaran los años, los siglos, los regímenes y las grandes obras del imperio seguirán en pie, atemporales e oncorruptibles, mostrando su grandeza.

Encontré en el centro de la ciudad, la maravilla del Palacio de Invierno y el Palacio de Verano, que simpleente te dejan ver el poderio de los líderes de entonces, que seguramente se ha ido de generación en generación hasta los líderes de hoy, haciendo de China lo que es, un gigante imprable.
Gigante, gigante como su muralla invicta, que freno todo ataque por parte de las hodas mongolas e intimidó a cualquier civilización futura ante las posibles pretensiónes de rivalizar con el poder de Pekín, fascinante me pareció su serpenteante silueta, no por su grandiosidad si no por la osadia de realizar semejante obra, no en una zona de fácil defensa y construcción, si no serpenteando por lo alto de las montañas mas escarpadas del país, y me hace pensar como sería la construcción de dicha obra, donde se dice que cuando algún obrero fallecia, su suerpo se abandonaba en lo alto de las montañas a su suerte, pues sólo existia la idea de cargar piedras, no cadaveres. 
Fascinante debió ser la época en la que la misma construcción de la murala enfrento a ejercitos, familias, incendió iras y envidias, traiciones y venganzas. Increible debió ser también el gran número las brillantes mentes que afloraron para afrontar semejante empresa, esa línea serpenteante que parece superar montañas a su paso sin reparar en los avimos que se atisban a sus pies.
Digno debió ser ver en la edad media a soldados defender sus castillos, enfundados en sus pesadas armaduras ante los 40ºC, que yo soporté en mi visita en Julio, y/o ls -10ºC que seguramente se vivirán en estas latitudes en invierno, increible debía ser enviar mensajeros de puesto a puesto, por sus empinados escalones corriendo lanza en mano en el frío de la noche guiados solamente por las antorchas de la siguiente garita, y todo por defender Pekín, su ciudad prohibida y su emperador.
Impresionante visita la que pude disfrutar en la Puerta de Badalyn, la última frontera a cruzar por cuaquier invasor, la última que nunca nadie llegó a sobrepasar, el Gran Dragón protector de China.