jueves, 21 de noviembre de 2013

Capítulo 34 - Os he contado que fui a Galicia?

La verdad es que se me pasó por completo, al regreso estaba ocupado con tantas cosas: Rotterdam, Inglaterra, Ámsterdam, cambio de casa, bici. . . que lo dejé en el tintero, pero siempre es algo que hay que contar sabéis por qué?
Porque cuando el avión empieza a descender hacia el aeropuerto de Coruña y aún estas a 5000 pies de altura ya se puede oler ese aroma a Rías gallegas, que está grabado a fuego en nuestra memoria, y sientes que ya estas, en el mejor lugar del mundo.
El motivo de mi visita no fue otro que la boda de mi hermano, sí el de la bici, el mismo, pero exprimí bien el calendario para tener tiempo a darme un par de lujos extra.
Un buen pulpo a feira con bueno amigos en Coruña nada más aterrizar siempre se agradece, disfrutar por un momento de eso de “Vivir na Coruña que bonito é. . .” y encaminar rumbo al sur, a las Rías Baixas, donde el mundo cree que no llega el sol, o donde hacemos creer al mundo que no llega el sol para vivir más tranquilos, pues si esto no llega como muestra de un perfecto día de playa. . .
. . . y siempre bien acompañado, de, como diría el gran Pepe Domingo Castaño:
Estrella Galicia. . .  una cerveza de carallo!!
Llegar a Beluso tras una buena noche de copas entre amigos en Pontevedra siempre se agradece, ese remanso de paz en la Ría de Pontevedra, donde desconectar por completo, y tras un buen xantar casi poder decir “Yo ya me puedo morir tranquilo” y es que no hay nada comparable, lo siento por el resto de lugares del planeta que intentan competir con esto, dejadlo ya, no tenéis nada que hacer, reconocerlo.
Y es que no hace falta irse a Mali, Cancún o Hawái para hacerte esa foto guay de pies y dar envidia todo el mes de Julio y Agosto  a aquellos que nos quedamos en la oficina, pues me hago la foto en septiembre cuando el verano en Galicia sigue y todos contentos, jaja!! Y es que en Galicia, vivimos como queremos. . .
El resto de la semana. . .  pues una parte en el taller, como bien recordareis, pero también disfrutando de mi ciudad, con amigos, en la Plaza de la Verdura, la Leña, la Herreria, y es que. . . “Pontevedra é boa vila da de beber a quen pasa. . .”
El final de la semana. . .? Pues poniéndonos guapos, compartiendo un buen momento con familia y amigos, que tan poco a menudo vemos y con los que cargas las pilas para aguantar de nuevo hasta. . .
Navidades! que ya queda menos de un mes, habrá que aprovecharlo, como siempre, con nuevos proyectos en mente y con viejos aún sin finalizar; tendremos tiempo para todo y si no, no se acaba el mundo, pues siempre que cuando suba a un avión camino a Galicia pueda oír esa tontería que a nadie le importa y que dicen al aterrizar de. . .
“Abrimos puertas, desarmamos rampas y cross-check”
Entonces sabré que estoy de vuelta en casa, donde contradiciendo a la gran Mafalda pensaré que:
“Aunque se pare el mundo, yo ahora no me bajo”

martes, 19 de noviembre de 2013

Capítulo 33 - Amsterdam "Que bien se vive cuando se vive bien"

Titulando el cápitulo de hoy con un pequeño guiño a aquel  "Capítulo 42"de la primera parte en Argentina.
A veces te pasas semanas o meses trabajando sin recompensa, a veces te ganas un viaje de diez y te das cuenta que todo tiene su recompensa.
Así aprovechando una visita, me tome un largo fin de semana en disfrutar este país y exprimir Ámsterdam al máximo, museos, visitas, pinchos, cervezas, comidas, copas, y todo en buena compañía, desde el minuto uno en el aeropuerto de Schipol. 
Nada más llegar a Ámsterdam cena en un restaurante estilo Portugués, de cuyo nombre no puedo acordarme, pero es que a esas horas fue de lo poco que encontramos abierto, y en el que estaba todo buenísimo. Un paseo entre canales y horas de charla poniéndonos al día. 
El viernes despertar como marqueses, desayunando en lo alto de la nueva biblioteca de Ámsterdam, ocupada por la Cafetería LaPlacɘ, con la mejor vista de la ciudad, imposible empezar mejor el día. E inmejorable el ambiente de la biblioteca, diseñada con esa idea del disfrute y la comodidad máxima que tienen aquí por los lugares públicos, increíble la zona infantil y el área con piano disponible para virtuosos del ébano y marfil.
Tras un pequeño recorrido en tren llegamos a Utrecht, visita obligada a las orillas del rio Vetch, con sus canales a doble altura e iglesias escondidas, vestigio de las épocas en las que los cristianos eran perseguidos por el Calvinismo tras la firma del tratado, y en uno de estos antiguos lugares de culto clandestinos, hoy convertido en auténtica taberna del día a día, pudimos disfrutar de una buena tabla de quesos  holandesa y las famosas kroket de la brillante cousine de los Países Bajos, jaja!!
Vuelta a casa temprano con buenos planes para la noche, cena en “Everything on a stick” un nuevo concepto de cocina, con el pincho como protagonista, la idea es cenar de 21 a 23h, el sitio no abre más horas al día, precio fijo y un menú lleno de pequeños pinchos, del cual por ronda cada comensal puede elegir tres platos, con tantas raciones de cada uno como comensales, así tras las dos horas, seguramente si tienes hambre puedas probar todos los platos de la carta, gambas picantes, pollo teriyaki, vieiras, salmón con sésamo, champiñones, cordero. . . y para acabar tres postres también, una idea muy buena con la que se pretende no desperdiciar nada de comida y disfrutar de cualquier tipo de alimento, del mar a la montaña pasando por el campo, una nueva manera de disfrutar con todos los sentidos.
Tras una buena cena nada mejor que una copa en uno de los lugares más exclusivos de Ámsterdam Door74, un local estilo años 30, en los que la reserva es algo esencial si quieres disfrutar de un buen cocktail y otro día más entre risas y buena vida.
Sábado por la mañana entre Marketplein y el mercado de Waterlooplein: bicis, antigüedades y patines de hielo; más el mercado de las flores, pasando entre las esculturas de la Plaza Rembrandt y comiendo en el magnífico Italiano Vapiano, Italia a tu gusto en un plato, y con la cocina en directo, más que recomendable. Y sin olvidar pasar por el secreto jardín del antiguo convento de Begijnhof un remanso de paz en medio del bullicio de la ciudad.
Tras una tarde perdidos entre canales nos dimos un descanso en la taberna con más sabor de Holanda “De drie fleschjes” tan antigua como el mismísimo Palacio Real, en su día ayuntamiento de la ciudad, una taberna donde una buena cerveza y un queso con mostaza entre barriles, te hace sentir uno más del lugar y estar como en casa.
Por la noche cena en “The Butcher” no sólo una carnicería en la que la entrada directa a la cocina te hace sentir como en sitio cualquiera, pero donde tras el frigorífico de la carne se esconde un nuevo concepto culinario, que por demora en hacer nuestra reserva no pudimos catar, pero a donde volveré para probar algo más que la increíble hamburguesa con trufa que degustamos esta vez en la cocina, jaja!!
El domingo aún nos quedaban planes antes de acabar un fin de semana genial, y es que no podíamos dejar la ciudad sin visitar el Rijkmuseum, abierto el pasado abril tras 10 años de restauración, y donde pudimos ver las obras del siglo de oro de la pintura holandesa, Frans Hall, Vermeer, Rembrandt, sin dejar de lado a la escuela de La Haya y las increíbles obras de Jozef Israel.
Y aún quedó tiempo para un último café antes del tren y el avión que nos devolverían a la realidad del día a día, con ganas de repetir en otra ciudad. . ., y es que si es cierto que como escribió Christopher McCandless en su diario, de camino frustrado a Alaska:
“La felicidad sólo es real cuando es compartida”