lunes, 8 de diciembre de 2014

Fin del interludio. En Buenos Aires escribia mejor.

De un tiempo a esta parte me he dado cuenta que en Buenos Aires escribía mejor.

Releyendo uno de mis último posts me di cuenta que en Buenos Aires escribía mejor, bueno, no sé si mejor, pero me gustaba más como lo escribía. No sé si porque mi vida, en aquella ciudad que tanto odié, era un caos, o porque la vida me sorprendía cada día en aquella ciudad que tanto amé.

La vida era una aventura cada día desde que el sol. . . bueno, entonces se ponía a granizar bolas como pelotas de golf y el sol ya no tenía protagonismo en otra aventura de lunes.

La gente puede quejarse de su monotonía de vida de lunes a viernes:
-          Oh!! que llegue el viernes por favor!!
Pero a mí en Buenos Aires me daba igual que día de la semana fuese, “monotonía” no está en el diccionario Porteño, la quitaron por desuso, no tengo ninguna duda.

Quizás que no existiera la monotonía en mi vida –por aquel entonces- hizo que me habituase tanto a que la vida me sorprendiese que de repente -un día ya de vuelta por Europa- me di cuenta que ya no me sorprendía más, que mi vida se había vuelto monótona y no estaba donde debería. Me di cuenta que me estaba convirtiendo en lo que yo llamo “un superviviente de lunes a viernes” viviendo de A B C, la misma ronda de Lunes a Viernes, semana tras semana esperando a tener un plan para el viernes, definitivamente no estaba en el lugar adecuado, no estaba en el país adecuado.

Así que echando mano de algo que nunca hago en mis post –evocar a personajes y/o autores- me guie por la máxima de Corte Maltes que tanto me ha acompañado en mi vida
“Nací sin línea de la suerte en mi mano, así que un día cogí una navaja y me cree la mía propia”
Tan directa y ruda como su personaje, tan honesta como la vida misma.

Y así de directo decidí cambiar mi suerte de nuevo, y Holanda. . .? Holanda para los holandeses. Alguien un día me dijo, muy evocador:
-Debes tomarte tu trabajo como un hobby, yo es lo que hago, así me va genial.
–Exacto! A ti te va genial, pero yo, no soy tú.

Y si bien pretendía que horas en una oficina se convirtieran en mi hobby lo llevaba claro, la vida en Holanda es tan monótona como ella misma, sin una mínima colina en el horizonte, cómo entonces te va a sorprender la vida? Pues ahí está, mi vida se estaba transformando en la vida de Bill Murray en “Atrapado en el tiempo” pero en mi vida los días pasaban; sin sorpresas desde que sonaba el despertador, sabía con quién me cruzaría por la calle, que diría cada compañero de trabajo al llegar y hasta cuando llegarían los imprevistos en cualquier momento –que ya entonces habían dejado de serlo-.

La vida en Holanda es tan cuadriculada como sus campos se ven desde n avión, como lo que ves al fondo de un largo pasillo, y si te quedas quieto siempre seguirás viendo el mismo fondo de pasillo, y sabrás todo sobre el fondo del pasillo, serás un eminencia sobre el fondo de pasillo, pero no querrás dar un paso más sin saber que puede haber más adelante –no vaya a ser que la vida te sorprenda- y así es Holanda, la diferencia está en que yo, no soy Holandés, necesito ir hasta el final para ver si es verdad lo que se ve, y en el camino encontrar puertas a los lados y abrirlas todas hasta encontrar lo que busco, así de fácil, por eso un día abrí una puerta y. . . adiós, adiós muy buenas Holanda, e Inglaterra?
-Allá vamos!!

Y es que mi vida es como la escribo, y si mis líneas se han vuelto monótonas es que necesito algo nuevo y espero me sorprenda por esta isla, elegante, serena y tranquila. Cierto que si me paro a leer la enciclopedia Británica está llena de posibles críticas a los actos de toda la nación a lo largo de la historia, sin duda, pero creo que podré vivir con ello, la tierra es conocida pero aún quedan muchas puertas por abrir allí, saborear rincones perdidos y que la vida me vuelva a sorprender, para escribir de nuevo como los versos perdidos en una canción de Calamaro de whisky y puro, como en una película de Darín entre la Boca y San Telmo o como un gol de River en el Monumental.

China fue un buen interludio, con post de guía turística más que de vivencias personales quizás, pero un buen paso de transición, así que ahora y desde el 1 de Septiembre,  nuevas coordenadas: 51°27′00″N 2°35′00″O, gracias Argentina por romper mi monotonia.

jueves, 20 de noviembre de 2014

Capítulo 6 - La China del S.XX, la China del S. XXI

Un rato largo ya sin escribir, pero es lo que tienen los cambios de vida, hacen que por unos meses necesite estar habituandome a un nuevo planning hasta que vuelvo a retomar el ritmo de mi vida.
Esta vez simplemente un último recuerdo a China, a la que deje atrás hace meses, viendo su grandeza desde las alturas.
China, me fascinó, me fascinó nu pasado, su resente y su futuro, Me fascinó su cultura, su ritmo trepidante y moderno o su calma y paz por sus valores milenarios. Me fascinó su poder.
La grandeza de sus obras a lo largo de la historia, sus comidas, sus paisajes, su ir y venir sin importarles el resto del mundo mirando hacia adelante.
Pero lo que más me fascinó fue su gente, esas postales inmortales que parecen detenerse ante ti en su burbuja, esas estampas costumbristas del día a día y la sencillez y la humildad de la gente de a pie, tan distanciada de la imagen que sus lideres proyectan hacia el mundo.
Como viven sus raices, como luchan por una vida mejor sin preocuparse por lo que la buracracia les ordene, pues ella no les va a sacar adelante si no ellos mismos.
Esa pasión por lo que hacen, en todos los ambitos en su día a día, alejado del exteaño poder que se ve en las calles por aprte de magnates que no representan si no una imagen equivocada de China.
Esa gente que parece añorar cualquier tiempo pasado sin hacer diferencias, así respetan y admiran a Mao, así idolatran y recuerdan al último emperador en el mismo lugar.
Así el poder más absolutista se junta con el trabajador más humilde, cada uno añorando lo suyo sin interferir en la vida el uno del otro mientras nadie de arriba lo ordene, esa es la China que se ve en la calle, la que no sale en la tele y donde cada uno lucha por los suyos si le dejan, sin diferencia de ningún tipo mientras el poder no interfiera.

Es increible encontrar esa idea del trabajador proletaria incansable que espera alcanzar algún día su sueño, si le permiten mientras en el mismo lugar se reverencian mitos del pasado más controvertido de la Asia del S.XX.

Pero China sigue moviendose, tiene que seguir moviendose, pero lo hace tan rápido qe no sabes donde detenerte, tantas diferencias co occidente que no sabes donde mirar, no sabes donde parar, ni sabes donde empezar, su comida, su arte, su música, su arquitectura. . ., su gente.
Tan pronto te encuentras en un mercado donde el manjar del día son escorpiones a la brasa o largatos, como. . .
. . .te paras en un remanso de paz donde un artista trabaja detenido en su mundo sin importarle lo que pase a su alrededor en la misma calle,
Los conductores de los bici-taxis hacen un parón en su día para charlar tranquilos a la espera de turistas, al timepo que en una pagoda los monjes limpian en armonia sus patios. . .
Son en cada esquina, en cada calle, en los templos, palacios, restaurantes, mercados puestos callejeros y plazas símbolos de su cultura donde hayas a la auténtica China más allá de los lugares a visitar en su gente sencilla, en sus momentos y en su rutina, algo curioso y la vez fascinante que no ves si te quedas en la foto de la muralla, en la foto de la ciudad perdida o en la de Mao. Son los momentos que te encuetras justo ante ti en cada paso los que al final hacen china tan curiosa y fascinante, tan ansiosa por ser visitada otra vez.

domingo, 21 de septiembre de 2014

Capítulo 5 - El Gran Dragón

Cuando oigo "China Imperial" parece que va retumbar de un momento a otro un grand DONG!! Y la múscia de ese instrumento tracdicinal de cuerda tan peculiar que suele sonar en las películas chinas. Pero más allá de esto, la China Imperial también tiene todo lo que se cuenta en la leyendas.

Cierto que la ciudad prohibida es fascinante, pero cuantos rincones habrá por descubrir de las distintas dinastías esparcidos a lo largo y ancho del país? 

Increible me pareció el Templo del Sol, magnifico, impasible al tiempo de todo lo que sucede a su alrededor, cuartel de los ingleses en sus invasiones, cuartel genera de los japones durante la invasión de la guerra mundial, increibles las imágenes en su museo, del metro y medio de nieve cubriendo su plaza con los generales japones en lo alto y los Mitsibishi Zero sobrevolando el cielo de Pekín, transportandonos directamente a la mágnifica pelícua del Imperio del Sol Naciente, y haciednonos ver que pasaran los años, los siglos, los regímenes y las grandes obras del imperio seguirán en pie, atemporales e oncorruptibles, mostrando su grandeza.

Encontré en el centro de la ciudad, la maravilla del Palacio de Invierno y el Palacio de Verano, que simpleente te dejan ver el poderio de los líderes de entonces, que seguramente se ha ido de generación en generación hasta los líderes de hoy, haciendo de China lo que es, un gigante imprable.
Gigante, gigante como su muralla invicta, que freno todo ataque por parte de las hodas mongolas e intimidó a cualquier civilización futura ante las posibles pretensiónes de rivalizar con el poder de Pekín, fascinante me pareció su serpenteante silueta, no por su grandiosidad si no por la osadia de realizar semejante obra, no en una zona de fácil defensa y construcción, si no serpenteando por lo alto de las montañas mas escarpadas del país, y me hace pensar como sería la construcción de dicha obra, donde se dice que cuando algún obrero fallecia, su suerpo se abandonaba en lo alto de las montañas a su suerte, pues sólo existia la idea de cargar piedras, no cadaveres. 
Fascinante debió ser la época en la que la misma construcción de la murala enfrento a ejercitos, familias, incendió iras y envidias, traiciones y venganzas. Increible debió ser también el gran número las brillantes mentes que afloraron para afrontar semejante empresa, esa línea serpenteante que parece superar montañas a su paso sin reparar en los avimos que se atisban a sus pies.
Digno debió ser ver en la edad media a soldados defender sus castillos, enfundados en sus pesadas armaduras ante los 40ºC, que yo soporté en mi visita en Julio, y/o ls -10ºC que seguramente se vivirán en estas latitudes en invierno, increible debía ser enviar mensajeros de puesto a puesto, por sus empinados escalones corriendo lanza en mano en el frío de la noche guiados solamente por las antorchas de la siguiente garita, y todo por defender Pekín, su ciudad prohibida y su emperador.
Impresionante visita la que pude disfrutar en la Puerta de Badalyn, la última frontera a cruzar por cuaquier invasor, la última que nunca nadie llegó a sobrepasar, el Gran Dragón protector de China.

domingo, 10 de agosto de 2014

Capítulo 4 - Shuzhou

Si digo Shuzhou, seguramente no os diga nada, si os digo "El arte de guerra"seguramente os suene un poco más, y es que Shuzhou es ciudad clave en la historia de China.
En Shuzhou fue donde se empezó a escribir una de las obras más importantes y que más influencia ha tenido a lo largo de los siglos en la cultura china.
Una ciudad autenticamente China, a un paso de Shanghai geográficamente y a otro de la china profunda y campesina alejada de las grandes ciudades, Shuzhou se levante frenética entre tradición y modernidad, un sistema de metro sobre-dimensionado (completamente en desuso), estación de tren de alta velocidad para quién? centros de negocios, rascacielos, autopistas a varios niveles, un caos sinsentido rodeado de bloques de edificios que levantan pisos y pisos sin parar. 
Y en medio de esta aborigen, la paz, templos budistas con jardín de bonsais, historias de las primeras dinastías, la construcción ancestral y la tranquilidad de la pagoda.
O la tranquilidad del Confucionismo, un movimiento, no considerado religión en China si no movimiento de reflexión, meditación, estudio de la mente que ha sobrevivido a revueltas, guerras, traiciones, invasiones, revoluciones culturales y políticas, completamente intacta, una parte de la fuerza de las tradiciones chinas.

En Shuzhou se encuentran esos rincones autenticamente chinos, de bici y faroles, de río y puente, pero también de luces de neón, rincones que pueblan la expansión de las nuevas ciudades chinas.


Un lugar donde descubrir una cultura en todos sus sentidos, como vive su gente, como revolucionaron la cultura y el arte cientos de años antes que la vieja Europa.

Y conocer su cocina, como por ejemplo, probando el pez dorado, cocinado al más puro estilo regional, cortando los lomos del pez sin separarlos de las espinas y cogiendo el pez por la cola cocinarlo vertiendo cucharadas de aceite hirviendo sobre el pez, haciendo que los lomos cortados se cocinen dando la impresión de explosión del cuerpo del pez, presentado de esta forma tan curiosa y con un sabor tan sorprendente, un placer para los sentidos más allá del arroz tres delicias. :P
Shuzhou me ha dejado con las ganas de más China, de ir más allá, de dar el paso a los secretos del gigante asiático, de no quedarme en las grandes ciudades, si no cruzar la frontera que se divisa en Shuzhou, esa que me gustaría cruzar para sumergirme en humedales de arroz en una canoa de madera, en templos entre las montañas, en la ruta de la seda y el té, las maravillas que esta vez no he podido descubrir, las batallas de los siete reinos, las grandes dinastías, los guerreros de terracota. . . y un sin fin de lugares y momentos por recorrer.


Shuzhou, mi frontera simbólica en China, ávido por cruzarla algún día.

sábado, 2 de agosto de 2014

Capítulo 3 - El pequeño Buda

China, un país de mil culturas, y un país de mil religiones.
En China conviven religiones de todos ritos, desde el Taoismo, Cristanismo, Confucionismo, Judaismo y así un sin fin de creencias a lo largo y ancho del país.
Pero si una religión es clave en la historia del país, esa es el budismo, controvertida no por sus creencias si no por su sistema feudal arraigado al máximo en sus tierras tibetanas, donde los monjes gestionan con mano de hierro las tierras montañosas de la cordillera Himalaya.
Allí hace miles de años, en un pequeño reino de la India, Buda descubrió el mundo exterior, más allá de las murallas de palacio, y medito durante años sobre la situación del mundo, teniendo seguidores a lo largo del mundo entero.
La primera visita que he hecho a un templo budista me sorprendió en muchos sentidos. Por su poderío frente al mundo de hoy en día, un templo enclavado con majestuosidad entre los rascacielos de Shanghai, ocupando un pequeño lugar pero sin amedrentarse, poderoso ante los valores paganos del mundo de hoy en día.
Me llamó la atención como una religión que empieza sus andanzas en un lugar perdido en las montañas más remotas del mundo, se extiende con fuerza por un país que vive tan deprisa y donde miles de millones de personas conviven bajo un régimen, que permite una ilusoria libertad religiosa a su población.
Los ideales y valores de esta religión son totalmente contrapuestos a todo lo que rodea este templo, que aguanta estoico en medio de los templos de hoy, esos rascacielos de grandes corporaciones que bañados en dorado intentan eclipsar la imagen de este monasterio de Jiang'en, de manera totalmente inútil, pues la fuerza de este símbolo tiene un peso mayor en la sociedad china que el del dinero que lo rodea.
En su interior, y más allá de sus techos dorados, no se ve ningún halo de poder, ni pretensión, sólo un lugar para el recogimiento, el estudio y el rezo a un dios que sorprendido en su día por la aborigen del mundo más allá de su jaula de oro, decidió tomarse su vida para meditar acerca de: dónde se dirigía la sociedad de aquel tiempo?, finalmente sin mucho éxito, pues a día de hoy nadie ha conseguido responder a esa pregunta aún.
El primer templo se construyó allá por el 247 d.c. y tras múltiples reconstrucciones, incluso fue fábrica de plásticos, durante el más que extraño movimiento chino conocido como la Revolución Cultural, durante el gobierno de Mao Zedong, pero siempre regresó a sus orígenes.
El templo, pese a ser un símbolo ciertamente turístico, es también un símbolo de resistencia al camino que China va siguiendo en los últimos anos, y en él se puede ver a cada instante un constante goteo de fieles que se acercan a quemar incienso en señal de respeto y ofrecimiento a cambio de favores, que dios sabe si serán concedidos.
Centro del templo se encuentra la estatua del Buda sentado más grande del país, así como una torre de la campana y la sala del tambor, símbolos tan arraigados a la cultura china, que incluso la misma ciudad de Pekín cuenta con su torre del tambor y su torre de la campana, las cuales a juzgar por sus dimensiones seguramente se hagan oír en toda la ciudad en caso de ser necesario.
En definitiva, un lugar que cuanto menos te hará pensar en el camino que llevamos, resistiendo estoico al paso del tiempo, inamovible a los cambios de una sociedad y un régimen que durante tanto tiempo ha oprimido en el Tibet a sus monjes a la espera de que algún día el rumbo del mundo cambie y deje que el Tibet pueda ser finalmente libre, pero esperemos también que totalmente libre, y no oprimida bajo el feudalismo extremo que imperaba antes de la injusta invasión comunista.
Tibet. . ., quizás un destino para una futura expedición? Lo que es seguro es que no me dejaría indiferente, igual que este pequeño gran templo, ese pequeño gran país tiene algo que pide una visita al cuerpo. . .