Una de las ventajas de tener que ir a analizar el agua del sucio Rio de la Plata en distintos puntos de su delta es que en ciertas ocasiones tienes acceso a lugares a los que no cualquier persona puede acceder.
Algunos de esos lugares no son muy agradables, como aquellos en los que te encuentras una pobre tortuga de cuello largo luchando por respirar entre una increíble cantidad de sedimentos, que se acumulan en las desembocaduras de las salidas de residuos de una ciudad en la que conviven millones de personas y cuyas plantas de tratamientos de residuos son mínimas. En otros también puedes encontrar como un agua de color violáceo nos muestra cual será el color de moda en la próxima temporada en Buenos Aires, pues las industrias textiles vierten en ciertos puntos los restos de los colorantes que utilizan en sus tejidos.
Pero al final de una mañana calurosa también hay tiempo para acceder a sitios como el Club de Pescadores, un edificio de principios del siglo XX estilo inglés al cual sólo se tiene acceso con autorización y en el que caminar por su muelle es toda una experiencia, de madera y con más de medio kilometro de largo en el se pueden ver decenas de pescadores(socios del club) pescando todo tipo de peces, incluso doradas de casi 10kg como la que pescó uno de ellos justo en el momento en el que accedíamos a analizar el agua en ese punto.
Así que dentro de todos los deshechos que pueden encontrarse en las desembocaduras de los arroyos de la ciudad, también hay momentos para ver que el Rio de la Plata es tan inmenso y caudaloso que puede contrarrestar dicha contaminación y reservar un espacio para la vida animal, pues desde hace años se vienen midiendo los distintos niveles de contaminación en el rio, y tras los análisis de este año hemos visto que aunque estos niveles no han decrecido por suerte tampoco han aumentado, señal de que algo se esta haciendo para controlar la salud del rio y el mar.
Y mientras nosotros disfrutando de la vista del gran Buenos Aires.
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