Nadie dijo que fuera fácil. . .
Ya tenía la bici:
- Uy que bonica que ha quedado. . .
Y ahora, qué? pues habrá que probarla, claro está, nadie pasa horas, días, semanas y meses poniendo algo así a punto para dar un paseo por el barrio, así que fin de semana largo, bici al hombro, mochila rápida, tren y. . . al sur!! Ese era el plan.
Siempre me ha gustado ese halo del ciclismo clásico, el de las horas y horas encima de la bici, sufriendo, con todas las de fracasar y en busca de la gloria, de ciclistas que nunca ganarán una grande pero serán los reyes del pave en las clásicas de las dos ruedas, y eso es lo que quería probar, el ciclismo de sangre, sudor y lágrimas, y la gloria.
La idea? Groningen-Maastrich en tren y cruzar la frontera para un pequeño Tour por Bélgica: Lieja, Durbuy, Namur, Dinant, Charleroi y Thuin.
El primer día en tren fue algo largo, pero llegar y dormir también ayudó, fundamental hacer una mochila pequeña, fácil de dejar en una cabina de la estación (aún siendo pequeña, a día de hoy quitaría la mitad de las cosas, pero bueno) La llegada a Lieja me sorprendió por varias cosas, la primera su increíble estación de tren, la segunda. . . que seguramente la estación de tren haya sido un regalo del gobierno a semejante caos de ciudad, sin sentido tras sin sentido, barrios obreros sin ningún futuro, ni plazas, ni ambiente, ni nada de nada, una ciudad industrial entre los viene y va de los camiones provenientes de las canteras junto al río Mosa y las factorías de la zona. Nada que remarcar a excepción de la colina de Cointe (famosa por su observatorio y la maravillosa cúpula de su basílica) y el puente de Fragnée. Pero bueno, Lieja no era el destino si no el punto de partida, y el punto de llegada no era el objetivo, si no el viaje en si.
Salir de Lieja fue un auténtico infierno, calculé bien con una hora para salir de la ciudad, entre dar una vuelta, echar un ojo aquí y allá, encontrar la salida y. . . carretera a Durbuy, pero el pave típico de la zona y el laberinto de direcciones casi me vuelve loco, aún así lo conseguí y me puse en ruta, comenzaba el reto del primer día, llevar al límite esa piñón fijo, que me había construido, en el infierno de las clásicas (La zona de Bastogne y Valonia, cabalgar por su arisco pavimento y discurrir a las orillas del río donde un día la Easy Company osó adentrarse camino de las Ardenas en busca de la gloria por aquel año de 1944), un lujo de recorrido para los sentidos, un sufrimiento para las piernas, a piñón fijo más de cien Km en esta primera etapa.
El camino fue arduo y duro, muy duro, lleno de repechos y con unos 33 grados que no me abandonaron durante toda la jornada, haciendo que la hidratación llegase a convertirse en un problema en algunos puntos, pero los paisajes, el día, el esfuerzo del camino y el éxito final bien valió la pena, y perdida entre los acantilados llegué a Durbuy, pena de Villa medieval llena de turistas de sábado, pero gloria de medio día para quien llega exhausto a su mitad de camino, pues aún quedaba la vuelta, llena de peculiares postales del interior de Belgíca. No fue realmente bienvenido el regreso, pero había que volver y las fuerzas repuestas con un puré de espárragos de la zona y una buena trucha hicieron maravillas para el regreso, estación de tren de Lieja y tren a Namur, para hacer noche y continuar el viaje.
El segundo día y de buena mañana, subí a la ciudadela de Namur desde la que se puede observar este bonito pueblo a orillas del Mosa, 3Km de subida para calentar, una buena vista y carretera a Dinant a orillas del famoso río Belga. Namur, más que recomendable, tranquila a primera hora de domingo, pero con movimiento afable de negocios, bares montando terrazas, campanas de misa y gente a la puerta de las iglesias con estampas dignas de postguerra entre las callejuelas sombreadas de su casco antiguo tan característico.
La subida a la ciudadela en bicicleta tiene su encanto, serpenteando la colina y ganando horizonte al paisaje hasta divisar por completo la región, la inclinación de la carretera y sus adoquines ya no hacen tanta gracia, pero en ellos está también ese encanto del ciclismo Belga, La Flecha Valona, La Lieege-Bastogne-Liege. . . una gozada de sufrimiento, si haces lo que te gusta.
El recorrido más amable que el día anterior, etapa llana sólo empañada por la tormenta de mañana que dio paso a un día de enorme calor, pero 65Km aprox. sin mayor problema, disfrutando del paisaje y rodar fluido, hasta llegar a Dinant, bonito pueblo enclavado al pie de su fortaleza sobre el acantilado, aunque lo mejor de esta etapa fue el camino a la orilla del río, brisa justa en un día de calor que hizo el día más amable.
El tercer día tuvo que ser postpuesto, amenazas de gran tormenta en Charleroi me hicieron ser cauto, pues la tormenta mañanera del segundo día me hizo ver lo duro que puede ser un día duro en la carretera si no se tiene la experiencia suficiente, no siendo aún un rodador experimentado, mejor una retirada a tiempo dejando intactas las ganas de volver a estos parajes tan ariscos, y con la satisfacción de haber superado dos días realmente duros a lomos de una piñón fijo.
Solo contra el tiempo y la distancia, donde mis piernas son mis marchas, en cada risco, en cada pedalada, en cada respiro y sin abandono.
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