Una de las partes buenas de vivir en el campo es la paz que se puede vivir de vez en cuando con planes disitintos, como el del septiembre pasado.
Cuando decidimos ir al día de puertas abiertas an la finca de Jimmie, un local que en sus ratos libres elabora una sidra casera fruto de las manzanas de esa maravillosa granja de Sherbourne en medio de ninguna parte en la campiña inglesa.
Son estos planes tranquilos los que hacen la vida más fácil, levantarse temprano enfundarse el mono de trabajo y. . .
. . .a agitar arboles, si, así es como se recoge la manzana, agitar y agitar arboles hasta que empiezan a caer manzanas sin parar, tantas a veces que dificil es esquivarlas e imposible evitar alguna en la cabeza.
Una buena mañana entre el verde y el rojo tan cuidado y tan sano que se respira en la granja, de esas manzanas dignas de un cuadro de Antonio Lopez. Y ver ese proceso de maduración antes de que la manzana empiece a fermentar y dar ese amargor inicial a las primeras sidras es un placer que merece la pena experimentar.
Un buen momento entre amigos digno de comentar en un día distinto en la campiña que acaba con un buen trago de sidra, uno de cada:
La amarga, menos curada, más clara.
La media con más alcohol.
Y la dulce más añeja, más oscura, más manzana.
Un placer para los sentidos digno de ser una buena historia de comienzo en esta mi 2ª vida en Inglaterra, y mi 31ª en el mundo.
1 comentario:
VAYA COLORIDO TIENEN ESAS MANZANAS. UN BESO PABLO
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