Este post será
corto, no hay mucho que decir, si no que descubrir.
Hace poco vi un
anuncio en la televisión sueca, cuyo final simplemente decía “Quiero vivir, quiero
morir en Suecia”
Nada más allá de la realidad, mi experiencia durante tres semanas en Suecia ha
sido uno de los mejores momento del año, cierto que aún estamos en febrero,
pero los diez meses restantes tienen una tarea difícil, si quieren superar
esto.
Viaje a Suecia a
mediados de Enero con la misión de instalar y hacer funcionar la primera planta
de optimización de biogás de nuestra empresa en este país, pero conocedor de
que el fin de semana podría disponer de algo de tiempo para cumplir ciertas
promesas.
Durante el curso
2011-12, pase mi etapa Sudamericana entre el amor y el odio a la ciudad de Buenos
Aires, donde este blog echó a andar. De la mano de personas increíbles,
conseguimos sobrevivir a situaciones rocambolescas con el agua al cuello, y de
la única forma que se podía salir de allí era escaldado, o con una de las experiencias
más revitalizadoras que uno puede tener, y con amig@s geniales, a algunos de
ellos les hice una promesa, volver a vernos aunque fuese en el fin del mundo,
porque tras aquel año una parte de mí también son ellos, de las más importantes
estaban en Suecia. Y aunque hubiera tenido que recorrer las llanuras nevadas de
Herrljunga a pie, habría removido cielo y tierra por estar con ellas en
Estocolmo. Horas de tren tras una dura semana de trabajo y reunirnos de nuevo
en el Hall de la Estación de tren de Estocolmo hasta escuchar a mi espalda...
-Cheeee,
BOLUDO!!!!!!
No hacía falta al
volver a vernos ni decir:
-Cuánto te he
echado de menos? Qué es de tu vida? Qué
te han traído por Navidad?
Simplemente ver
que todo sigue igual es suficiente, mientras hablamos de lo que sea entre el
frio del Mar Báltico, y con sólo volver a vernos, darnos cuenta que seguimos
teniendo la misma confianza que dejamos en la ciudad Porteña, y que por mucho
que pasen los años el chaos de Argentina tuvo su recompensa, pues se hacen
muchos amigos en la vida, pero sólo con unos pocos llegarías al fin del mundo,
porque sabes que cuando todo está perdido, esta todo por ganar. Y en mi lista de
gente con quienes ir al fin del mundo, siempre estaría Suecia. No sé si es el
frío, sus ojos o sus melenas vikingas, lo que les da esa forma de ser tan
fieles y honestos; pero su forma de ver la vida y el mundo me fascina y cada
vez más. Y es genial descubrirlo en una buena cena y una copa, o una tras otra.
Podría enumerar
mil cosas buenas que me aportaron en este viaje, y por las que recomendaría
poner un poco de Suecia en la vida de cada uno, pero eso no sería sueco, así
que simplemente decir que todos deberíamos poner algo de Suecia en nuestras
vidas, para saber disfrutar mejor de la vida, los amig@s y los valores que no
deberían perderse nunca, es lo mejor que puedo decir.Porque no vengo de allí, quizás no sería mi lugar donde morir, pero si mi lugar donde volver.
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