Siempre que algún gran periódico deportivo español escribe algo sobre el mundo del rugby acaba cayendo en el tremendo error de compararlo con el fútbol, es en ese momento en el que deja de alabar las grandes virtudes del mundo del oval, para cebarse con los defectos del llamado "deporte rey" cuando el árticulo deja de tener sentido. El problema de esta inexplicable comparacion no es otro que el hecho de, que estos dos deportes lo único que comparten es simplemente estadio y terreno de juego en ciertas ocasiones, cualquier otra comparación más allá de este hecho, es simplemente incomprensible.
Este año, por fortuna, he tenido la suerte de encontrarme en el lugar adecuado en el momento adecuado, en Inglaterra, el año que se celebra el Mundial de Rugby. Más afortunado aún al haber podido asistir a tres partidos de este gran torneo, que los tres fueran del combinado Argentino ya es sólo coincidencia de la localización, fechas y horarios. Quizás la vida me devuelve los palos recibidos durante mi experiencia en Argentina, con la oportunidad de disfrutar de su rugby.
En la primera fecha tuve el placer de compartir, con mi hermano, un gran duelo, que bien podría haber sido el mismo de la final soñada de Twickenham, o eso era al menos lo que yo deseaba. La gran selección NeoZelandesa se enfrentaba a una joven Argentina por la que casi nadie daba un duro.
Un estadio magnífico como es Wembley, y 90000 espectadores llegados de todas partes del globo. Si el ambiente en los alrededores del estadio ya es incomparable, lo que se va viviendo en el tren de camino al estadio empieza a dar señas de lo que se avecina. Aficiones siempre en armonia hermandas y compartiendo pintas en cada bar, fotos de todo tipo y canticos de cada tierra.
El partido? Una muestra de valor por parte de la selección Argentina, digno de admirar, una selección joven, con un alguna gran estrella queriendo dejar claro a que han venido, y una lucha que deja el resultado a favor de los Pumas en el descanso.
Una nota de atención que los All Blacks se tomaron en serio en la segunda parte, tras un inicio aciago con expulsion momentanea de su estrella Richie McCaw. Llegado el minuto 55, empezaron a cargar con artilleria de verdad, dejando en 26-16 el resultado final y dando una masterclass de pases y fases enlazadas. Pero teniendo que reconocer los AllBlacks que Argentina sería un equipo clave en este torneo.
En este deporte, donde todos luchan unidos, donde das todo por el que esta a tu lado, porque el que esta a tu lado sabe que tú darás todo por él, los canticos y bailes de guerra que entonaron los Kiwis en honor a sus antepasados Maoris, no amedrentaron a unos chicos de provincia que habían recorrido medio mundo para demostrar que ellos también están aquí. Partido espectacular, ambiente inmejorable y rugby del bueno.
La segunda cita tuvo otro aire, otro ambiente, pasando de gran evento y lucha de titanes en Londres, a rugby de pueblo. Me dirigí a Gloucester, para vivir un partido de fiesta, en familia.
Estadio pequeño, con grada de pie y a pie de campo. La típica cancha para ir con la familia, con los chiquitos (como dirían en los terrenos embarrados de Mendoza) donde disfrutar de un choripan y unas proboletas con los tuyos, y ese ambiente de rugby Argentino mezclado con el autentico estilo de campo british, convirtió este partido de tramite en una cita con encanto.
Siempre acompañado de una buena cerveza, y animando a la par que la hinchada Puma desde el himno inicial, uno de los momentos más representativos del rugby, ese amor a los colores de una nación, que empuja con los 15 del campo, todos a una:
Sean eternos los laureles,
Que supimos conseguir:
Coronados de gloria vivamos,
O juremos con gloria morir,
ooooo juremos con morir,
oo jureeeeeeemos con gloooooria morir!!!
Quizás aquí el resultado fue lo de menos, 54-9 para los del hemisferio sur; la idea era hermanarse con esa grada venida de tan lejos, y mostrar que todos los convocados tienen sitio en este equipo. Y es que fue en esta cita donde el joven ala, Santiago Cordero, explotó; con un try donde se corrió todo el campo con un dribbling de media vuelta ante la defensa de Georgia, ganandose un puesto en el XV para los siguientes partidos, con tan sólo 21 añitos y junto a los de su quinta, Isa, Matias Moroni, Alemanno y demás, demostrando que hay cantera empujando fuerte.
El partido fue una cita donde no desmereció el orgullo Georgiano, algo magnífico en el mundo del rugby, como el orgullo de un equipo prima por el resultado, como se lucha (aún en clara inferioridad) hasta el final, y como los jugadores siempre quieren dar la imagen de haberse desfondado por sus colores.
A palos, "el guapo" Nicolás Sánchez, fichado en su día por Toulon por recomendación del bueno de Wilkinson, empezó a demostrar de quien recibió sus master class. Acabaría convirtiendose en el jugador más anotador del mundial con un ratio espectacular.
Al finalizar el partido, los honores de rigor de vencedores y vencidos, y una vuelta de honor atípica. Una vuelta de honor donde el combinado argenitno se acercó y se paró con todos los aficionados, sin necesidad de seguridad, empujones ni conflictos, un buen ambiente digno de admirar, fotos de los jugadores con la gente venida de tan lejos y el agradecimiento por parte del equipo a toda una hinchada que anima unida.
Grandes Pumas, grande contra los grandes y grandes contra los pequeños.
Llegamos a los cuartos, fuertes y con ganas de más lucha, con ganas de más unión, de más por ti por mi y cruzandonos con Irlanda, actual campeona del VI Naciones y el rival más fuerte del hemisferio Norte. La cita? En Cardiff, la mejor ciudad para disfrutar del ambiente rugby, sin duda.
Silencio y respeto, de la hinchada Irlandesa durante la presentación de la escuadra Argetina, silencio el mio, al ver a todo el campo unido entonar "Ireland´s call" el mágnifico canto Irlandés, y su característica letra de tierra de poetas:
Ireland, Ireland,
Together standing all,
Shoulder to shoulder,
We´ll answer Ireland´s call. . .
Se nos venía el mundo encima, el Millenium Stadium parecía Dublín el día de San Patricio, y el buen inicio Puma se empezaba a ver parado por un equipo Irlandés, que luchaba cada balón como un bloque increible, empujados a una por un estadio entregado al esfuerzo del combinado del trebol, embestida tras embestida.
La imagen de una de sus estrella, Paul O´connell lesionado, en la grada, hacia empujar aún más a ese estadio, mientras las banderas Argentinas se escondian timidas al ver lo que se venia encima en la segunda parte.
Hasta que. . . bum!! Tres pases enlazados de Argentina y se rompe el partido, y la imagen del vuelo de Ihmof, en su gran ensayo, como recuerdo a esta magnífica batalla, Argentina no se amedentra en casa ajena, sus carencias en hombres enormes, la salvan con un juego de pases rápidos y entrega como ningún otro equipo del torneo, y es que ya dijo el gran Capitán Australiano, John Eales (Campeón del Mundo 91y 99)
Si se construye un equipo de rugby perfecto, debería jugar con el interminable compromiso de Los Pumas argentinos. El benigno celeste y blanco de su camiseta representa poco su ferocidad, ya que juegan como si tuvieran un brazalete negro cosido en sus mangas. Olvidense del himno. Estos muchachos derraman lágrimas en el desayuno.
Y así con lágrimas se despidió en las semifinales el combinado Argentino frente a Australia, no sin dar un golpe encima de la mesa, avisando que hay equipo para rato, y que aquellos Contepomi y Pichot que maravillaron con su juego en 2003, ya tienen su relevo en estos chicos. La final del mundial no pareció si no un aviso de Los Pumas, como si la derrota que sufrieron en semifinales, contra la superior Australia, pero favorecida en parte por alguna decisisón arbitral, les hubiera hecho decir:
-Esperaté ahí boludo, que tengo un amigo en Nueva Zelanda, contra el que jugué mi primer partido y contra los que me gané el respeto que ya te va a dar lo que toca, porque juegan de lujo.
Australia ganó injustamente su cruce de cuartos ante una indomable Escocia, y el rugby es un deportes de justos y como reza esa frase en mi camiseta de Nueva Zelanda: En el rugby no hay lugar para los lloros, a menos que seas Australia.
Al final nos volvemos a casa, tras cada partido, con la alegria de haber formado parte de un cruce de culturas único, de un intercambio de valores, del que puedes salir ganador (como yo, el día que ese aficionado Irlandés, que aguantó estoico a mi lado la derrota de cuartos, me regaló su bufanda) o perdedor, pero con la cabeza bien alta, como este aficionado Irlandés que vuelve a casa lleno de orgullo, con su traje de gala, por la batalla ofrecida y el pundonor de los suyos.
Y es qe esto Rugby: Rugby, rugby, rugby. . .
El sábado 31 Octubre 2015, esta aventura llegaba a su fin. Nueva Zelanda ganaba su 3ª Copa del Mundo, con un 34-17 frente a Australia, en un partido en el que se vio un juego, una clase y un saber estar sublime por parte del equipo All Black.